diumenge, 25 de setembre del 2016



 Resultat d'imatges de parlem  el català
UN PASO ADELANTE CON EL CATALÁN:

PROYECTO “XERREM”

“Yo no hablo el catalán pero lo entiendo”, “me da vergüenza hablar en catalán”, me suelen decir algunas personas del barrio que llevan muchos años en el territorio catalán. Tenemos el honor de gozar de la riqueza de dos lenguas, el castellano y el catalán, que son expresión de una historia, con sus luces y sus sombras, que han ido configurando un lugar  con su gente.



Ahora tenemos la oportunidad, con el Proyecto “Xerrem”, de hablar en catalán con toda confianza y sin tapujos dinamizado por dos personas de nuestra parroquia: Carme Membrive y Carme Ballús. Lo único que se pide es que la persona que venga entienda esta lengua románica para luego expresarse con su buena voluntad. Así, a partir del jueves 21 de setiembre  de 16:00h a 17:15h en el local parroquial se crearán unos grupos, que se llamarán “Les setrilleres”, para que sus integrantes dialoguen en catalán con una pedagogía concreta trabajada por la CAL (Coordinadora d’Associacions per la Llengua Catalana).  Os paso la dirección de su web:  http://www.cal.cat/


Las conversaciones giran entorno a temas característicos de las relaciones sociales, de tal manera que los que vienen a los grupos de Xerrem escenifican constantemente situaciones de comunicación que se dan habitualmente en la calle, en un bar, en la sala de espera de un ambulatorio, en una tienda y en tantos otros lugares; son situaciones en que el hecho de charlar tiene como finalidad única el entendimiento cordial y ameno entre personas; situaciones donde las personas que se introducen en una nueva lengua encuentran camino abierto para adquirir y consolidar su competencia oral.

Bellavista siempre ha sido tierra de acogida de tantos hombres, mujeres y niños que han marchado de sus lugares de origen por diferentes motivos: trabajo, hambre, guerra, miseria... Atrás quedan los agricultores catalanes con extensiones de tierra de cultivo antes que se empezará a construir un núcleo urbano de Les Franqueses del Vallès, muy cerca de Granollers. Aún disfrutamos de Pepet Ganduxé, uno de aquellos agricultores acogedores, que con sus 96 años sigue siendo el testimonio presente de una historia labrada y saboreada de un barrio de unos casi 9.000 habitantes. Es toda una fiesta verle venir en su silla de ruedas, acompañado de su familia, a la misa de cada domingo.

Hace unos días, el 11 de setiembre, celebramos la Diada de Catalunya con el significado que tiene en la historia de Catalunya. De una derrota se aprende a seguir luchando por la victoria que dignifique a las minorías, pequeños, insignificantes, débiles, ignorantes... ¡Cuántas derrotas causadas por un sistema socioeconómico que genera pocos ganadores y muchos perdedores!

Por eso, para los cristianos, la figura del Siervo de Yavé es el prototipo del profeta que pierde para ganar con él a los perdedores de toda la historia de la humanidad. En sus cuatro cantos, que se recogen en el libro del profeta Isaías (42, 1-4; 49, 1-9a; 50, 4-9; 52, 13-53, 12), se observan unas características que configuran al Siervo de Yavé (siervo, hombre de dolores, inocente, justo y fiel) que, ante la injusta persecución de la que es objeto, no cede lo más mínimo en la misión recibida de anunciar una nueva salvación en contenidos y modalidades. El Siervo de Javé realmente es Jesucristo que muere una  sola vez para dar vida para siempre.

El Proyecto Xerrem puede ser un espacio para ganar autoestima, respeto, comprensión… hablando otra lengua que nos pueda ayudar a comunicarnos y abrir nuevas perspectivas de relación. Endavant!!!

Pepe

dilluns, 1 d’agost del 2016

Un segundo libro...

Última noticia!!!!

Se está ultimando mi segundo pequeño libro. Estará enfocado a mi vivencia del padrenuestro ilustrado por mi amiga fotógrafa Elena Rubio.

Pepe

Para no dormirnos con los jóvenes...

 

Discurso del papa Francisco en la vigilia de oración con jóvenes en la JMJ Cracovia 2016

Campus de la Misericordia. Sábado 30 de julio de 2016

Queridos jóvenes,
Es bueno estar aquí con ustedes en esta Vigilia de oración.
Al terminar su valiente y conmovedor testimonio, Rand nos pedía algo. Nos decía: “Les pido encarecidamente que recen por mi amado país”. Una historia marcada por la guerra, el dolor, la pérdida, que finaliza con un pedido: el de la oración. Qué mejor que empezar nuestra vigilia rezando.
Venimos desde distintas partes del mundo, de continentes, países, lenguas, culturas, pueblos diferentes. Somos “hijos” de naciones, que quizá pueden estar enfrentadas luchando por diversos conflictos, o incluso estar en guerra. Otros venimos de países que pueden estar en “paz”, que no tienen conflictos bélicos, donde muchas de las cosas dolorosas que suceden en el mundo solo son parte de las noticias y de la prensa. Pero seamos conscientes de una realidad: para nosotros, hoy y aquí, provenientes de distintas partes del mundo, el dolor, la guerra que viven muchos jóvenes, deja de ser anónima, deja de ser una noticia de prensa, tiene nombre, tiene rostro, tiene historia, tiene cercanía. Hoy la guerra en Siria es el dolor y el sufrimiento de tantas personas, de tantos jóvenes como la valiente Rand, que está aquí entre nosotros pidiéndonos que recemos por su amado país.
Existen situaciones que nos pueden resultar lejanas hasta que, de alguna manera, las tocamos. Hay realidades que no comprendemos porque solo las vemos a través de una pantalla (del celular o de la computadora). Pero cuando tomamos contacto con la vida, con esas vidas concretas no ya mediatizadas por las pantallas, entonces nos pasa algo importante, sentimos la invitación a involucrarnos: “No más ciudades olvidadas”, como dice Rand: ya nunca puede haber hermanos “rodeados de muerte y homicidios” sintiendo que nadie los va a ayudar. Queridos amigos, los invito a que juntos recemos por el sufrimiento de tantas víctimas fruto de la guerra, que recemos por tantas familias de la amada Siria y de otras partes del mundo, para que de una vez por todas podamos comprender que nada justifica la sangre de un hermano, que nada es más valioso que la persona que tenemos al lado. Y en este pedido de oración también quiero agradecerles a Natalia y a Miguel, porque ustedes también nos han compartido sus batallas, sus guerras interiores. Nos han mostrado sus luchas y cómo hicieron para superarlas. Son signo vivo de lo que la misericordia quiere hacer en nosotros.
Nosotros no vamos a gritar ahora contra nadie, no vamos a pelear, no queremos destruir. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror. Nosotros hoy estamos aquí, porque el Señor nos ha convocado. Y nuestra respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión, se llama familia. Celebremos el venir de culturas diferentes y nos unimos para rezar. Que nuestra mejor palabra, que nuestro mejor discurso, sea unirnos en oración. Hagamos un rato de silencio y recemos; pongamos ante el Señor los testimonios de estos amigos, identifiquémonos con aquellos para quienes “la familia es un concepto inexistente, y la casa solo un lugar donde dormir y comer”, o con quienes viven con el miedo de creer que sus errores y pecados los han dejado definitivamente afuera. Pongamos también las “guerras” de ustedes, las luchas que cada uno trae consigo, dentro de su corazón, en presencia de nuestro Dios.

[Silencio]

Mientras rezábamos, me venía la imagen de los Apóstoles el día de Pentecostés. Una escena que nos puede ayudar a comprender todo lo que Dios sueña hacer en nuestra vida, en nosotros y con nosotros. Aquel día, los discípulos estaban encerrados por miedo. Se sentían amenazados por un entorno que los perseguía, que los arrinconaba en una pequeña habitación, obligándolos a permanecer quietos y paralizados. El temor se había apoderado de ellos. En ese contexto, pasó algo espectacular, algo grandioso. Vino el Espíritu Santo y unas lenguas como de fuego se posaron sobre cada uno, impulsándolos a una aventura que jamás habrían soñado.
Hemos escuchado tres testimonios, hemos tocado, con nuestros corazones, sus historias, sus vidas. Hemos visto cómo ellos, al igual que los discípulos, han vivido momentos similares, han pasado momentos donde se llenaron de miedo, donde parecía que todo se derrumbaba. El miedo y la angustia que nace de saber que al salir de casa uno puede no volver a ver a los seres queridos, el miedo a no sentirse valorado ni querido, el miedo a no tener otra oportunidad. Ellos nos compartieron la misma experiencia que tuvieron los discípulos, han experimentado el miedo que solo conduce a un lugar: al encierro. Y cuando el miedo se acovacha en el encierro siempre va acompañado por su “hermana gemela”: la parálisis, sentirnos paralizados. Sentir que en este mundo, en nuestras ciudades, en nuestras comunidades, no hay ya espacio para crecer, para soñar, para crear, para mirar horizontes, en definitiva para vivir, es de los peores males que se nos puede meter en la vida. La parálisis nos va haciendo perder el encanto de disfrutar del encuentro, de la amistad; el encanto de soñar juntos, de caminar con otros.
Pero en la vida hay otra parálisis todavía más peligrosa y muchas veces difícil de identificar; y que nos cuesta mucho descubrir. Me gusta llamarla la parálisis que nace cuando se confunde “felicidad” con un “sofá/kanapa (canapé)”. Sí, creer que para ser feliz necesitamos un buen sofá/canapé. Un sofá que nos ayude a estar cómodos, tranquilos, bien seguros. Un sofá —como los que hay ahora modernos con masajes adormecedores incluidos— que nos garantiza horas de tranquilidad para trasladarnos al mundo de los videojuegos y pasar horas frente a la computadora. Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos haga quedarnos en casa encerrados, sin fatigarnos ni preocuparnos. La “sofá-felicidad”, “kanapa-szczęście“, es probablemente la parálisis silenciosa que más nos puede perjudicar, ya que poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados mientras otros —quizás los más vivos, pero no los más buenos— deciden el futuro por nosotros. Es cierto, para muchos es más fácil y beneficioso tener a jóvenes embobados y atontados que confunden felicidad con un sofá; para muchos eso les resulta más conveniente que tener jóvenes despiertos, inquietos respondiendo al sueño de Dios y a todas las aspiraciones del corazón.
Pero la verdad es otra: queridos jóvenes, no vinimos a este mundo a “vegetar”, a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá que nos adormezca; al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad.
Ahí está precisamente una gran parálisis, cuando comenzamos a pensar que felicidad es sinónimo de comodidad, que ser feliz es andar por la vida dormido o narcotizado, que la única manera de ser feliz es ir como atontado. Es cierto que la droga hace mal, pero hay muchas otras drogas socialmente aceptadas que nos terminan volviendo tanto o más esclavos. Unas y otras nos despojan de nuestro mayor bien: la libertad.
Amigos, Jesús es el Señor del riesgo, del siempre “más allá”. Jesús no es el Señor del confort, de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús, hay que tener una cuota de valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos horizontes, capaces de contagiar alegría, esa alegría que nace del amor de Dios, la alegría que deja en tu corazón cada gesto, cada actitud de misericordia. Ir por los caminos siguiendo la “locura” de nuestro Dios que nos enseña a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo, en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el emigrante, en el vecino que está solo. Ir por los caminos de nuestro Dios que nos invita a ser actores políticos, pensadores, movilizadores sociales. Que nos incita a pensar una economía más solidaria. En todos los ámbitos en los que ustedes se encuentren, ese amor de Dios nos invita llevar la buena nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a él y a los demás.
Podrán decirme: “Padre, pero eso no es para todos, solo es para algunos elegidos”. Sí, y estos elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los demás. De la misma manera que el Espíritu Santo transformó el corazón de los discípulos el día de Pentecostés, lo hizo también con nuestros amigos que compartieron sus testimonios. Uso tus palabras, Miguel, vos nos decías que el día que en la Facenda te encomendaron la responsabilidad de ayudar a que la casa funcionara mejor, ahí comenzaste a entender que Dios pedía algo de ti. Así comenzó la transformación.
Ese es el secreto, queridos amigos, que todos estamos llamados a experimentar. Dios espera algo de ti, Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar, te quiere hacer ver que el mundo con vos puede ser distinto. Eso sí, si vos no ponés lo mejor de vos, el mundo no será distinto.
El tiempo que hoy estamos viviendo, no necesita jóvenes-sofá, młody-kanapa, sino jóvenes con zapatos; mejor aún, con los botines puestos. Solo acepta jugadores titulares en la cancha, no hay espacio para suplentes. El mundo de hoy les pide que sean protagonistas de la historia porque la vida es linda siempre y cuando querramos vivirla, siempre y cuando querramos dejar una huella. La historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean otros los que decidan nuestro futuro. El Señor, al igual que en Pentecostés, quiere realizar uno de los mayores milagros que podamos experimentar: hacer que tus manos, mis manos, nuestras manos se transformen en signos de reconciliación, de comunión, de creación. Él quiere tus manos para seguir construyendo el mundo de hoy. Él quiere construirlo con vos.
Me dirás, Padre, pero yo soy muy limitado, soy pecador, ¿qué puedo hacer? Cuando el Señor nos llama no piensa en lo que somos, en lo que éramos, en lo que hemos hecho o de dejado de hacer. Al contrario: él, en ese momento que nos llama, está mirando todo lo que podríamos dar, todo el amor que somos capaces de contagiar. Su apuesta siempre es al futuro, al mañana. Jesús te proyecta al horizonte.
Por eso, amigos, hoy Jesús te invita, te llama a dejar tu huella en la vida, una huella que marque la historia, que marque tu historia y la historia de tantos.
La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos necesitamos de ustedes, que nos enseñen a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza sino, como una oportunidad: tengan valentía para enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros. Y todos juntos pidamos que nos exijan transitar por los caminos de la fraternidad. Construir puentes: ¿Saben cuál es el primer puente a construir? Un puente que podemos realizarlo aquí y ahora: estrecharnos la mano, darnos la mano. Anímense, hagan ahora, aquí, ese puente primordial, y dénse la mano. Es el gran puente fraterno, y ojalá aprendan a hacerlo los grandes de este mundo… pero no para la fotografía, sino para seguir construyendo puentes más y más grandes. Que este puente humano sea semilla de tantos otros; será una huella.
Hoy Jesús, que es el camino, te llama a dejar tu huella en la historia. Él, que es la vida, te invita a dejar una huella que llene de vida tu historia y la de tantos otros. Él, que es la verdad, te invita a desandar los caminos del desencuentro, la división y el sinsentido. ¿Te animas? ¿Qué responden tus manos y tus pies al Señor, que es camino, verdad y vida?

dimarts, 12 de juliol del 2016

Para pensar y rezar..



 
ACOGIDA ECLESIAL 
A MATRIMONIO DE MISMO SEXO


El párroco Flavio atendió la consulta matrimonial de los cónyuges Ticio y Cayo (nombres todos ficticios, como en los manuales canónicos de casus conscientiae, pero que convienen a personajes, hechos y dichos reales en un lugar mediterráneo el pasado 13 de Junio, que san Antonio bendiga).

Ticio y Cayo convivían como pareja de hecho desde hace tiempo y, sin ocultarlo, participaban con normalidad en la vida de la parroquia. Ahora, aprovechando que en su país las leyes lo permiten, han formalizado civilmente su situación. Pero desearían la bendición sacramental de su unión y han venido a consultarlo.

--- Padre Flavio, usted ya nos conoce bien y sabe que, aunque nos hemos casado civilmente, echamos de menos su bendición.

---Mi bendición, no. La de Jesús, que ya sabéis que no os casa un juez, ni os casa un cura, sino que os casáis vosotros y el Señor bendice la unión para que, a lo largo de la vida, se vaya haciendo irrompible.

---Ah, qué bien, Entonces, ¿Nos podemos casar también en la Iglesia y nos da usted esa bendición del Señor? , dice Ticio.

---La verdad es que estábamos dudando si pedírselo, añade Cayo. ---Se lo comentamos al cura Filiberto y nos dijo que no se puede, que lo dijeron los obispos en la reunión esa del Sínodo, y que también lo dice el Papa en una carta que ha escrito sobre amor y alegría

---Bueno, vamos por partes, dice el cura Flavio. Lo que dice Filiberto que dice Francisco no es del todo exacto. En realidad, Francisco dice dos cosas: primero, que a vosotros hay que acogeros en la Iglesia sin la más mínima discriminación; segundo, que una boda como la vuestra iría en contra de lo que dice el derecho canónico que es el matrimonio.

Con esto, ya puedo responder a vuestras preguntas. Porque me habéis hecho dos preguntas distintas: si os podéis casar canónicamente en la iglesia y si la Iglesia puede bendecir vuestra unión ya civilmente formalizada.

A la primera pregunta os tengo que responder que no. Hoy por hoy, mientras no se reforme el derecho canónico, no podemos celebrar esa boda canónicamente, cumpliendo con todos los requisitos canónicos e inscribiéndoos en el registro matrimonial. Pero, por otra parte, ni falta que os hace, porque ya estáis casados civilmente.

Pero a la segunda pregunta os tengo que decir que sí. Lo mismo que la semana pasada celebramos dentro de la misa la renovación de la promesa matrimonial de nuestros amigos Clara y Felipe, en sus bodas de plata, del mismo modo podemos celebrar dentro de la misa de nuestra comunidad, que os acoge, podemos celebrar la renovación de la promesa de vuestro matrimonio civil y que Dios la bendiga.

---¿Y no le llamarán la atención a usted desde Roma?

---Después de Amoris laetitia, ya no. Mirad lo que escribe un teólogo moral amigo mío, que comenta así en su blog la exhortación de Francisco:

Mutaciones en la práctica, evolución de las doctrinas

En el n. 251 de Amoris Laetitia Francisco se limita a citar lo que dijeron los obispos sobre “los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales: no existe ningún fundamento para asimilar a establecer analogías entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

En el número 250, citando palabras suyas en Misericordiae vultus dice: “El amor de Jesús se ofrece a todas las personas sin excepción... toda persona, independientemente de su tendencia sexual ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, evitando todo signo de discriminación”.

La afirmación del n. 251 presupone que la actual formulación canónica de la doctrina sobre el matrimonio refleja el designio de Dios sobre la familia, lo cuál es exegética y teológicamente cuestionable, al menos en el sentido de cerrar la puerta a toda evolución de la doctrina. Además, tomando en serio la afirmación del n. 250, hay que cuestionar el presupuesto de que la actual formulación canónica de la doctrina sobre el matrimonio refleje el designio de Dios sobre la familia.

Sin embargo, hoy por hoy, estando vigente la normativa canónica, no podría ningún párroco permitir en su jurisdicción una boda canónica de una pareja del mismo sexo ni inscribirla en el registro matrimonial con todos los requisitos correspondientes. En un futuro (que quizás tardará más de lo deseable) será posible, si y cuando se haya realizado antes la reforma del derecho canónico, la revisión y evolución de las doctrinas sobre sexualidad y matrimonio y se haya revisado la exagerada juridificación de la vida sacramental.

Pero lo que si nos permite la postura del n. 250 es la celebración de una bendición religiosa del matrimonio civil sin boda canónica. Esto se aplica no solamente al caso de la pareja del mismo sexo, sino también a otras situaciones como las de divorciados vueltos a casar civilmente. Precisamente en el párrafo 297, en que insiste en “integrar a todas las personas en la comunidad eclesial según la lógica del Evangelio” acentúa Francisco así: “No me refiero sólo a los divorciados en nueva unión, sino a todos, en cualquier situación que se encuentren”

Esta práctica, lo mismo que la de resolver mediante “discernimiento en el foro interno” casos insolubles canónicamente, hace años que se realizaba en las vanguardias de la pastoral en diversos países y diócesis (Háganlo, pero no me pidan permiso, decían algunos obispos con sentido común y evangélico, (que “haberlos haílos” también). Ahora, después de la Amoris laetitia, no solo está avalada esta práctica, sino que engendra y provoca el cambio y evolución doctrinal. Con razón decía Francisco en el prólogo de Amoris laetitia que quedan pendientes cuestiones doctrinales. Una de ellas, la de no limitarse a las declaraciones de nulidad, sino a reconocer el divorcio por ruptura de lo que no fue nulo, pero se ha roto irremediablemente, y reconocer las nuevas nupcias.

Entretanto, mientras no evoluciona la doctrina, queda el recurso a la práctica pastoral de bendecir la unión de la pareja que se ha formalizado civilmente. Lo mismo que ocurre al resolver en el foro interno el tema del acceso a los sacramentos para los divorciados vueltos a casar, este paso práctico pastoral no es una aplicación o una excepción de una doctrina, sino un paso adelante creativo que provoca, suscita y alienta la evolución de las doctrinas.

Por eso es tan decisivo el paso dado por Amoris laetitia. Lo han percibido muy bien quienes la critican por no coincidir con algunas aspectos del magisterio anterior (Humanae vitae, Familiaris consortio...). En realidad esa crítica es la mejor alabanza de la Amoris laetitia, porque eso es lo que estaba haciendo falta con muchos años de retraso: no repetición, sino evolución doctrinal. Lo paradójico es que para lograrlo haya hecho falta repetir por activa y pasiva que nada cambia doctrinalmente, cuando precisamente ese cambio pastoral es el que produce la evolución doctrinal requerida y esperada.


Juan Masiá Clavel

Periodista Digital

dilluns, 11 de juliol del 2016

COMIDA DE PELÍCULA: SER PROTAGONISTA DE LA PROPIA VIDA





Muchas veces no valoramos lo suficiente que somos realmente los verdaderos protagonistas de nuestras propias vidas. Aunque más de uno crea que el destino está ya escrito, siempre nuestro amigo Jesucristo nos vuelve a decir con voz clara que el proceso nos lo hemos de cuidar cada uno de nosotros siendo los verdaderos corresponsables para que nuestra vida sea vivida en los pequeños detalles: “Jesús dijo también: “Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra en la tierra: que lo mismo si duerme que si está despierto, lo mismo de noche que de día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero brota una hierba, luego se forma la espiga y, por último, el grano que llena la espiga. Y cuando el grano ya está maduro, se siega, porque ha llegado el tiempo de la cosecha." (Marcos 4, 26-29). Por esta razón, la semilla tiene potencial para crecer y nosotros tenemos para acompañarla en su crecimiento. Así es la vida: una página en blanco dispuesta a ser escrita con responsabilidad por nuestra mano temblorosa o firme, aunque haya tachones y garabatos.

Así, en la parroquia nos hemos animado a realizar un espacio de humanización aproximadamente cada dos meses. La comida de película es un humilde proyecto para alimentar la convivencia entre las personas que un domingo por la tarde estarían solas porque no tienen familia, o la familia está tocada por las dificultades, o necesitan el calor de la comunidad. Por tanto, desde hace algunos años se está viviendo esta experiencia en que la comida fraterna, la proyección de una película cómica con mensaje y el posterior diálogo sincero están en el orden del día. Desde las 14:30h a las 19:00h el local parroquial  acoge la construcción de las piezas de un rompecabezas de las diversas vidas de los niños, jóvenes y adultos que acuden. La mayoría, que vienen con sus grietas y heridas, hacen de sus años vividos un testimonio solemne ante los demás. Seguramente han encontrado una especie de oasis para sentirse realmente protagonistas en su debilidad y pobreza. Y, gracias a eso, todos aprendemos a ser débiles y pequeños cuando hay muchas partes en el mundo en que se promociona la dictadura del fuerte y la prepotencia del devastador.
Para complementar lo que estoy diciendo, quisiera hacer uso de un fragmento del libro que estoy leyendo ahora, Esperanza entre lágrimas del jesuita Federico Elorriaga (Ediciones Mensajero):
“Si aprendemos a ser débiles y aceptar el plan de Dios sobre nuestras vidas, encontraremos serenidad y paz en nuestro interior. Nuestros sufrimientos serán una fuente creciente de consuelo y apacible serenidad.
En nuestro dolor es donde nos purificamos para abrirnos enteramente a la gracia y a la misericordia de Dios.
Cuando no tengamos nada que ofrecerle y nada en que apoyarnos; cuando ya no tengamos nada de lo que engreírnos; cuando tengamos un espíritu humilde, es cuando se harán realidad aquellas palabras del Profeta: “En ese pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras” (Isaías 66, 2).
Aprender a ser débil. Si es difícil llegar a ser grande, más difícil es llegar a ser pequeño. Hay muchas enseñanzas para triunfar; pero nos cuesta mucho más aprender las lecciones del fracaso. El ser débil no se aprende en los libros. No hay recetas para la humildad. Para eso se necesita luz. Se necesita la experiencia del fracaso, la constatación de la impotencia y la limitación.
Dios se vale de nuestros sufrimientos, de los acontecimientos dolorosos, de esas heridas que curan y de esa muerte que da vida, como lecciones para nuestro aprendizaje.
Aprender a ser débil va en la línea del despojo interior, del vaciamiento de nosotros mismos. Difícil aprendizaje el nuestro para pasar del nosotros al Otro y a los otros; del interés propio al  amor…”

Pepe Baena




dissabte, 28 de maig del 2016

Poesia hospitalaria


Una poesia que me ha salido estando en la habitación del hospital con mi madre aquejada de una lesión en el hígado...

Dios en el hospital

El Dios que yo creo
es el que yo veo
más allá de instrumentos
entre batas y excrementos.

El Dios que yo huelo
es el que yo siento
más acá de lamentos
entre camas y enfermeros.

El Dios que yo vivo
es el que yo respiro
más allá de documentos
entre jeringas y médicos.

El Dios que yo niego
es el que yo dibujo
más acá de pensamientos
entre pastillas y miedos.


Pepe

Piedras vivas y piedras muertas



 
Me enorgullezco de ser hijo de peón de albañil. Mi padre, que dejó su Andalucía, se construyó un lugar junto a tantos inmigrantes que fueron acogidos por el pueblo catalán. La palabra “construir” me acompaña en todo en mi vida. Porque ésta aparece por el hecho de utilizar el potencial constructivo que Dios nos ha regalado. Aunque desgraciadamente también, haciendo uso mal de nuestra libertad, podemos destruir a nuestro alrededor. Por tanto, en este Año Jubilar de la Misericordia se nos abre una nueva perspectiva para edificar, con la fuerza del Espíritu de Dios, nuestras relaciones interpersonales en el día a día.
Las palabras del obispo de Roma, Francisco, no dan lugar a equívocos en esta cuestión sobre la construcción: “La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver  personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía. Las palabras pueden construir puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto es posible tanto en el mundo físico como en el digital. 

Por tanto, que las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio. La palabra del cristiano, sin embargo, se propone hacer crecer la comunión e, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, trata de no romper nunca la relación y la comunicación”. (Comunicación y Misericordia: Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2016)
Desde hace un tiempo que nuestra parroquia ha entrado en una nueva etapa. Hemos constatado en los últimos años  la presencia real de “piedras vivas” de nuestra comunidad en relación a la Piedra Viva que es Cristo. Ahora nos toca plantearnos la edificación a partir de piedras muertas para que resplandezcan las personas en un lugar apropiado y digno de oración, celebración, humanización, formación y acción. La iglesia del barrio se está quedando pequeña y por eso se han empezado a dar los pasos y las gestiones pertinentes para hacer posible, de aquí a unos cuantos años, la construcción de un equipamiento parroquial. “Acercaos, pues, al Señor, la piedra viva que los hombres despreciaron, pero que para Dios es piedra escogida y de mucho valor. De esta manera, Dios hará de vosotros, como de piedras vivas, un templo espiritual, un sacerdocio santo que por medio de Jesucristo ofrezca sacrificios espirituales, agradables a Dios.” (1 Pedro 2, 4-5).
El primer planteamiento a la hora de la posible construcción de una iglesia fue el de no provocar escándalo a los hombres y mujeres de Bellavista ya que, muchos de ellos, están sufriendo los azotes de la crisis económica: tienen en un hilo la permanencia de sus casas, no pueden pagar las hipotecas, les cuesta llegar a final del mes… El nuevo templo tenía que ser austero, funcional y acorde a la realidad sociológica del territorio. Así la denuncia de san Juan Crisóstomo (344-407 d.C.) nos iluminó desde el comienzo de las gestiones: “Todo aquel que pasa, al contemplar la grandeza y refinamiento de aquel edificio espléndido, no dejará de decirse a él mismo o a su acompañante: ¡Con cuántas lágrimas no se habrá edificado esta casa! ¡Cuántos huérfanos habrán quedado desnudos! ¡Cuántas viudas habrán sufrido algunas injusticia y cuántos obreros no habrán sido estafados en su jornal!...”
Un segundo planteamiento que nos hemos hecho, en esta nueva fase, es de ponernos en manos de Dios y decirnos constantemente que si es cosa de Él el proyecto tendrá fruto. Escuchemos la voz del salmista: “Si el Señor no construye el templo, de nada sirve que trabajen los constructores; si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los centinelas. De nada sirve trabajar de sol a sol y comer un pan ganado con dolor, pues Dios lo da a sus amigos mientras duermen.” (Salmo 127, 1-2)

Pepe